La heladera

.

 Era un día de semana de enero, nosotros en vacaciones y como siempre andando por la calle, buscando que hacer o como dice nuestra madre "vagueando", estaba con mi hermano más chico, el Toto y nos encontramos con Luis, mi medio primo, bueno para mi era medio primo, en realidad teníamos parientes lejanos en común que no llegaban a ser ni primos, y me dijo:
- "quieren ir con papá a la heladera"
Nos miramos con mi hermano y dijimos por que no?, era verano y un poco de frío era tentador.
A la vuelta estaba la casa de Luis, fuimos hasta allí y vimos a  Antonio, el papá, estaba al lado del camión, bueno decirle camión a eso era mucho, era un Ford del '32 con una carrocería abierta y una baranda baja de madera, el motor se abría como en el Ford A, y para mí era un Ford A con una carrocería de camioneta atrás.  Al vernos nos dijo:
- "Tengo que ir a buscar un poco de arena a lo del tío Luis, me acompañan ?"
nos miramos y dijimos: 
-"Siii"
Después de arrancar el forcito, que le costó un buen rato, salimos para el campo, a la salida del pueblo estaban nuestras casas, hicimos unas cuadras y el Arco de entrada del pueblo (o de salida, todo es relativo diría Einstein) nos indicaba que estábamos en camino hacia el lugar desconocido, al menos para mi, íbamos según Luis a la heladera, pasamos la caminera, (así le decimos al puesto de policía que está a la entrada del pueblo) y al poco tiempo dejamos la carretera de asfalto para entrar en la ruta 125 que era de ripio, el ancho de la ruta cambió, era mayor que la carretera anterior, pero siempre se usaba la huella, y no se por que razón, se conducía del lado contrario al que se debía ir, a lo mejor tenemos todos un antepasado inglés, aunque nuestro origen en el pueblo es mayoritariamente tano; el polvo indicaba la venida de otro auto en la dirección contraria, y en ese momento se pasaba al carril correcto.  Una vez pregunté porque hacía eso Antonio y me dijo " es que el otro lado está mejor", grandes paradoja de la visión, porque a la vuelta repetimos el proceso.
No llovía hace mucho,  y como esa ruta tiene tránsito (además de que el mantenimiento brillaba por su ausencia) era una coctelera el viaje, el camino tiene como pequeñas lomaditas todas juntas que hacían temblar todo en la chata, nosotros somos jóvenes y nos parecía una gran experiencia ir temblando y con el viento en la cara observando todo el espectáculo que es el campo correntino, al menos el campo de mi pueblo.
El camino que no era recto sino mas bien sinuoso, con pequeñas subidas y bajadas y en éstas ultimas casi siempre coincidía con un pequeño arroyo.   En distancia no fue un viaje largo, pero en el tiempo parecía largo, al poco rato disminuye el forcito la marcha hasta parar y encarar en una entrada de campo, es una tranquera.
Antonio dice: "che gurises, abran la tranquera y cuando pase la cierran, porque sino se escapan las vacas"
Entramos al campo, el camino, ahora mas chico, una sola huella, muy cercano a un arroyo, de muy poca agua, con partes playas donde se observaba que la tierra había sido removida, no era tierra, de cerca vimos que tenia una proporción de arenas o canto rodado importante, a medida que avanzamos me dí cuenta que era una cantera, un lugar donde se extrae arena y piedra para la construcción, el camino sinuoso pasó una vez por el agua, una vado muy playo y asentado, y luego de subir una pequeña lomadita nos encontramos con una gran lugar de arena, no era una arena fina sino mas bien gruesa, pero limpia y muy buena para construcción.
El camión se detuvo, el motor luego también, y Antonio dijo: 
-"bueno ahora con las palas vamos a cargar un poco de arena"
Nosotros saltamos de la carrocería y comenzamos con la ardua tarea, luego de un tiempo que no recuerdo, y con una cantidad de agua correando por nuestro cuerpos,  Antonio dijo: 
-"bueno gurises, creo que ya está".
Nunca me pareció tan linda esa frase, pero en ese momento era una liberación similar al timbre del recreo luego de una clase de literatura.
Ya terminamos el cometido y motivo de nuestro viaje, ahora a subirnos y volver a partir, pero como siempre, me acordé en ese momento que no le habíamos avisado a nuestra madre del viaje y como había durado mas de lo previsto me esperaba una reprimenda que haría mas aburrida las vacaciones, me acuerdo de avisar cuando ya no puedo, una rutina que siempre me condiciona en la vida.
Pero el viaje no había terminado.
Faltaba la heladera, y entonces pregunto : -"Y donde está la heladera"
-"Ahora vamos" dice Antonio.
Dejamos el camión y nos encaminamos hacia unos árboles, era una vegetación importante, a mi me pareció una selva, aunque cuando conocí la selva, me dí cuenta que eran uno pocos arboles juntos, estaba la linea de la vegetación rodeando una parte del arroyo que habíamos pasado anteriormente, pero en esta parte era mas importante en cantidad de agua y a simple vista era profundo.
El agua estaba siempre rodeada de sombra de los arboles que la rodeaban, el estanque, que en esa parte parecía eso y no un arroyo, estaba calmo y con un color oscuro pero transparente, nos subimos a un árbol con una rama que caía sobre el agua, el primero en tirarse fue Luis, el conocía el lugar, luego se tiró, Toto mi hermano menor pero el más corajudo, y luego fui yo,    
La sensación era irreproducirle, afuera el calor del verano se sentía aun en la sombra, pero cuando entré al agua, ésta golpeó mi cuerpo de una manera que me recordó cuando nos bañamos en invierno, el frío del agua me recorrió todo el cuerpo, cuando llegó a la cara, me dije: 
Esto es una heladera.....
Cuando volví después de muchos años, ya no estaba Antonio, ni Luis en otro lugar, estaba Toto pero a  la heladera no la pude identificar, será que soñé ese Paraíso adolescente o quizás que nuestros mejores y agradables recuerdos serán nuestros verdaderos Campos Elíseos?


                    --------------------:::::..............Mañé..........::::::::::::.--------------



Comentarios

Entradas populares